Holandeses

 

Un día de finales de agosto aparecieron aquí. Preguntaron si podían dormir aquella noche aquí. Sí, claro, había sitio. No hablaban más que unas poquitas palabras de español, pero conseguimos hacernos entender. Habían llegado por casualidad. Después de hacer el Camino de Santiago con su padre, muy católico, y ya muy mayor, este regresó a Holanda en avión y ellos quisieron volver a Holanda tranquilamente, conociendo lugares fuera del mapa. Habían estado en Cangas de Onís y les había horrorizado el barullo de gente y el ruido. En nuestra casa encontraron comida casera, trato familiar y tranquilidad. Se quedaron una semana. Agotaron sus vacaciones.